Carmen y Felix

Carmen y Felix, son una pareja encantadora que vive en Madrid, ya jubilados y con una experiencia de vida que cualquiera desearía para si. Han dedicado sus vidas a la genética y la docencia en arquitectura respectivamente…y a viajar con sus hijos.

Como ellos mismos nos cuentan, esta historia comienza cuando Carmen hereda de sus padres una vivienda en pleno centro de Alicante, una vivienda en la que había pasado algunos veranos y llena de recuerdos y de la que su madre pidió que no se desprendieran…y así hicieron.
Inicialmente querían modernizar la vivienda cambiando acabados y poco más pero en la primera reunión, como personas abiertas de mente que son, entendieron que tenían la oportunidad de darle un cambio total a la vivienda y a la forma de vivirla.

En palabras de Carmen: “lo que vimos en Volta_ fue otra forma de entender la estructura y el espacio y esto fue lo que nos animó, poder cambiar el espacio. En esta etapa de nuestra vida necesitábamos un cambio”.

Tener las vistas dentro de casa.

La característica más importante de la casa eran las impresionantes vistas al castillo de Santa Bárbara, por lo que la distribución de la vivienda se ha planteado, básicamente, para favorecer su contemplación. Algo que para ellos es importantísimo y, como nos cuentan, se han convertido en expertos en leer el cielo.

Las vistas traseras tampoco tienen desperdicio. En una vivienda de 70m2 útiles tener estas vistas tan despejadas hace que se perciba como un espacio más amplio. Sensación a la que también contribuyen las vistas cruzadas, tan habituales en nuestros proyectos, recorriendo y conectando espacios, así como la combinación de usos en un mismo espacio.

La Luz y el color del cielo.

Felix, autor de libros como “El Jardín Japonés, una mirada fenomenológica”, en los que habla sobre el espacio y la luz en la arquitectura desde la mirada de diferentes culturas, nos cuenta lo importante que es para ellos el gran ventanal que diseñamos para su casa. No es únicamente el gran aporte de luz natural, si no que además, crea un marco que hace que el cambiante color del cielo a lo largo del día y las vistas formen parte de la propia experiencia de la vivienda. Nos cuenta Carmen: “no es extraño que nos sentemos a cenar con una suave luz en la casa mientras observamos el castillo de Santa Bárbara; esta amplitud dentro y fuera de la casa es algo maravilloso”.

Una casa para la familia.

“Siendo una casa pequeña como es, con la reforma la sensación espacial ha cambiado totalmente, da la impresión que es una casa muy grande, aunque conserva los mismos metros cuadrados. Curiosamente, quienes más lo han sentido han sido nuestros nietos, para ellos es un recorrido continuo, un jugar sin parar”.

Es una vivienda que ahora la disfruta toda la familia, y desde un principio, se ha diseñado pensando en ese uso: Carmen y Felix con sus nietos, sus hijos y sus nietos, para el verano, para el invierno...“Es una casa que gusta a todos, niños y adultos. Antes, la familia no venía tan a menudo, ahora tenemos que hacer un calendario para turnarnos”.

“Esta casa es entrañable y bella, para nosotros lo es…porque hemos recuperado pequeñas cosas que estaban en nuestra vida y que para nosotros eran importantes. Se ha recuperado espacio, luz y belleza…mucha belleza serena”.